








El pasado 17 de mayo de 2025, vivimos un encuentro mágico y profundamente humano en nuestro Taller de Plantas y Libros. Fue mucho más que una actividad creativa: fue una experiencia sensorial y emocional que nos llevó a conectar con nuestras memorias, con nuestra madre, y con esa parte esencial de quienes somos.
Desde el primer momento, el ambiente se llenó de fragancias, texturas, colores y palabras. Con cada planta que tocábamos, con cada verso leído, parecíamos regresar a esos rincones olvidados de la infancia, al aroma del hogar, el cuidado maternal, a la ternura que muchas veces queda suspendida en el tiempo.
Nada de esto habría sido posible sin la valiosa invitación de Gusto Literario y el compromiso amoroso de Ana María Escobar, quien con su sensibilidad y visión, nos convocó a crear este espacio único. Gracias a su impulso, pudimos entrelazar la literatura, la memoria y la naturaleza en un taller que nos tocó el alma.
Guiados por dinámicas introspectivas, comenzamos un viaje hacia nuestro interior. Reflexionamos sobre el papel de la madre, no solo desde lo biológico, sino desde lo simbólico: la madre que acoge, que siembra, que cuida, que enseña, que también duele. Tocamos fibras profundas, y sí, hubo emociones fuertes. Pero el espacio fue seguro, acogedor, y respetuoso. Lo compartimos con delicadeza, con amor, con esa empatía que florece cuando sabemos que no estamos solos en nuestras historias.
Uno de los momentos más especiales del encuentro fue contar con la presencia del poeta argentino Sebastián, quien nos deleitó con sus palabras. Sus escritos nos acompañaron en ese viaje de memorias, nos sostuvieron y nos regalaron belleza en medio del dolor y la evocación. Cada texto fue como una planta que nacía en nuestro interior, abriendo nuevas posibilidades de mirar el pasado con ternura y gratitud.
Y como toda buena experiencia literaria también ser sembrada, cerramos el taller creando nuestras propias suculentas. Cada participante eligió su planta, la adornó, le escribió un mensaje y la cuidó con cariño. Fue un acto poético y simbólico, un recordatorio de que la vida puede florecer incluso después de lo que pensamos que nos devastó. Nos llevamos un pedacito de taller en nuestras manos, y un montón de luz en el corazón.
Nos sentimos profundamente agradecidos por la gran asistencia y por la calidad humana de cada persona que nos acompañó. El taller se llenó de sonrisas, lágrimas sinceras, abrazos silenciosos y nuevas amistades. Fue un encuentro que dejó huella, que sembró semillas, y que, sin duda, volverá a florecer en próximos encuentros.
Gracias infinitas a Gusto Literario y a Ana María Escobar por abrir este espacio lleno de sentido.
Seguimos apostando por encuentros donde la palabra, la naturaleza y la emoción se abracen para nutrirnos como comunidad.
¡Nos vemos en el próximo taller! 🌿✒️